Estaba yo en medio de un bosque al anochecer, oscuro pero todavía se veía bien. Se encontraban en frente de mi unos árboles caídos con señas visibles de que se habían caído años atrás, formando como una equis.
Dejando un espacio pequeño al centro como una salida de una cueva, formada por los troncos de los árboles caídos. Yo esperaba que algún animal que saldría de ese orificio.

Yo llevaba conmigo una bolsa de papel color cartón, con comida para animales, como si fueran croquetas semi cuadradas .
Empezaron a salir pequeños conejitos blancos, del tamaño de un puño de una mano, fluían mucho, yo comencé a retirarlos de la entrada porque como salían muchos y se quedaban ahí podían obstruir el paso de los que todavía estaban por salir. Era como si llegaran a el final de su camino.
Yo los retiraba con un costal tipo para granos de maíz color blanco. Pero seguían saliendo muchísimos, cientos y cientos de ellos.

Cuando salían, al mirarlos, me regresaban la mirada con ojos negros y otros con ojos rojizos. esperaban quietos en dos patas esperando que los alimentaran con la comida que yo llevaba.
Ellos sabían que yo traía la comida, al parecer por el olor o simplemente por que yo era el que la proporcionaría.

Como yo traía poca comida, yo sabía que en mi abrigo en la bolsa derecha estaba un papel pequeño doblado por la mitad, que contenía instrucciones escritas a mano por mí para multiplicar la comida. Yo las había escrito hace mucho tiempo y sabía que no recordaría las palabras exactas, eso lo supe porque estaban escritas a lápiz con mi letra. Era como un recado de mí para mí.

Solo que no recuerdo las palabras, sólo sé que al leerlas y pronunciarlas en voz alta apareció mucha comida como a la de las croquetas para todos los conejos. Solo recuerdo que las palabras eran largas y de difícil pronunciación, tipo latín antiguo.

Y obvio todos los conejitos se abocaron a comer de manera desesperada, con mucha hambre, pero sin pelear por ella.

Ahí sonó la alarma. :)