Había decidido ir a una playa conocida con mis amigas, pero esta playa no lucía como lo es originalmente: en cambio, estaba rodeada de rocas por todos lados, y estas rocas habían que escalarlas para poder salir de ahí. Una vez que disfrutamos del agua un buen tiempo, con mis amigas subimos a las rocas a secarnos y a mirar cómo bajaba el sol. Anteriormente, habíamos guardado nuestras cosas debajo de las rocas, en la arena. Una de mis amigas comenzó a decir "el agua está subiendo, suban las cosas", pero el mar subía tranquilo, tampoco se veía la espuma que forman las típicas olas porque tampoco subía con olas. Una vez que subimos las cosas, procedimos a ponernos las zapatillas y a escalar las rocas para poder salir de la playa. Llegamos al cerro, y nos encontramos con más gente que iba en dirección a un puente para poder llegar a la ciudad. Pero para poder llegar al puente, debíamos pasar por unas escaleras en forma de laberinto. Una amiga y yo las logramos pasar de inmediato, mientras que las otras dos tuvimos que darles indicaciones para salir de ahí. Una vez las cuatro en el puente, observamos cómo una ola gigante se formaba. Ésta no tenía sonido y estaba muy tranquila. Yo no tenía miedo al observarla. Posteriormente, nos dirigimos a la casa de una de mis amigas. Supusimos que el tsunami ya había ocurrido. No hubo ruido, ni destrozos. Pero una lluvia fuerte había comenzado. Solo estábamos preocupadas del resto de las personas que conocíamos, porque no teníamos contacto debido a la falta de señal celular.